domingo, 21 de febrero de 2010

YO SOY EVANGÉLICA, NO MIENTO

Una de las cosas que un profesor debe aprender es a practicar la famosa tolerancia, aquella virtud que a veces no se sabe dónde encontrar. De otro lado es muy fácil de perder por cualquier razón.

El otro día, mientras entregaba un examen a mis alumnas -ya mayores, por cierto- se acercó una que me pedía que le reconsiderara un punto que no le había hecho valer. Su justificación era tonta, pero igual debía escucharla. Había cometido el error de hacer una marca junto a la alternativa que debió marcar, pero con lápiz y débilmente. Lo que daba la impresión de que no había estado segura de la respuesta, o peor aún, que lo había hecho en ese momento. En fin.

Como me negué a considerarle el punto me insistió en que debía hacerlo, usando una frase que hasta ahora resuena en mis oídos: "Yo soy evangélica, yo no miento"... ¿Perdón?
Obviamente mi reacción fue mirarla defrente intentando un "discúlpeme por lo que he dicho", pero no. Lo que obtuve fue una mirada de "así es profesora"... "créame".
Yo soy católica, aunque últimamente no he practicado mucho mi fe me considero muy católica... es ahí donde nos ganan los evangélicos protestantes.
Lo que hice fue respirar profundo y decirle: "¿sabe qué? yo soy católica y no por eso soy mentirosa". Entonces me cambió la orientación de la comunicación y me dijo: "es que profesora, de veras yo así marco mis respuestas, mire en las demás preguntas cómo he hecho"... O sea, ya olvídese de lo que dije...
No tengo nada en contra de los protestantes, pero en los últimos tiempos han despotricado en contra de mi religión, de Juan Pablo II, de la Virgen María... No es mi intención hacer de este blog un medio para defender la religión católica, pero es que no me parece que despotriquen en contra de la fe de un gran número de personas. Y aunque fueran pocas, es cuestión de dignidad.

jueves, 9 de abril de 2009

La última canción...

Esta la canción a la que le doy duro, sobre todo cuando estoy pensando en Alguien... la comparto con ustedes...

sábado, 1 de marzo de 2008

Los mismos tips

Cuántas veces hemos oído y leído las mismas ofertas de prosperidad. Las mismas preocupaciones son las que conducen a aquellos candidatos a la presidencia regional o a la alcaldía de Piura a ofrecerse como posibles salvadores, sin embargo cuando llegan a ese lugar tan preciado, se olvidan de cuanta promesa hicieron.

Hoy tenemos a nuestro alcalde enfermo, sin embargo todos los días leemos en el periódico que mientras unos no quieren declarar vacante el sillón municipal, otros piden precisamente lo contrario. Y las lluvias, que sigan cayendo en la sierra, que sus casas se sigan destruyendo, que los niños vean peligrar sus clases y que, evidentemente, no vean los libros que el gobierno, con mucho esmero, ha reeditado.

El gobierno se deshace por hacernos entender que todos los peruanos debemos esforzarnos por ser mejores, pero la verdad es que pedir esto es como pedirle a un niño hambriento que estudie. ¿Cómo pedirle a un maestro, que apenas tiene un sueldo para pagar sus deudas, que mejore? ¿Cómo pedirle a un niño que reciba con gusto un libro si lo más probable es que sus clases empiecen en abril y no en marzo, como se quería el año pasado, porque su colegio aún no ha sido reconstruido -en Ica y en Cañete, aún viven en carpas- o porque está completamente inundado?

Lo que últimamente nos alarmó fue la restricción del acceso a los puentes. ¿Cómo es que las autoridades piensan que esa es la única vía de solución?, ¿cómo es que no se han podido tener en cuenta las numerosas recomendaciones que hicieron algunos ingenieros piuranos, durante todo el año pasado? Sin duda alguna, no se cuenta con una política preventiva. ¿Qué se hace con el dinero que el gobierno central destina a nuestra región? A lo mejor no alcanza, como tampoco alcanza el dinero que se envía para pagarles a los profesores contratados, a quienes aún se les debe el sueldo del mes de diciembre y las llamadas décimas de enero.

¿Qué podemos hacer los demás?

domingo, 28 de octubre de 2007

¿Qué es la palabra del poeta?

En el poema "La palabra escrita" de Octavio Paz, se define el ejercicio del poeta como una continua recreación de sus pensamientos mediante el uso de las palabras. Esas palabras que aparecen escritas, muchas veces, no son las que pensó –en un primer momento– escribir. Es más, muchas veces parecen ser contradicciones de sus primeros pensamientos, como si esas palabras tuvieran vida propia y simplemente salieran, sin que puedan ser dominadas por el poeta. Como decía Neruda, las palabras glotonamente se ubican en el centro de un poema, de un texto, están ahí, saltan, suben y bajan, llegan de pronto, de improviso y se sientan "como reinitas". El tan amado Neruda.

El poeta escribe la primera palabra, pasan uno, dos, tres minutos (u horas) y no sale otra. Puedo recrear la situación de la siguiente forma: el poeta está sentado en su escritorio, ha empezado a escribir desde la mañana, está completamente concentrado en lo que escribe, está mirando su papel, por eso el verso: “tu cara en el centro del pozo, fija como un sol atónito”. Aquí, el papel se ha convertido en un pozo con agua, con lo cual, las palabras son como las piedras que van a caer al fondo del pozo. Su cara, que mira lo que escribe, es como si fuera el sol que se refleja en el agua. Todos sus sentidos, además, están volcados al momento de la creación.

El acto de creación del poeta implica un arduo trabajo, como el que se describe en este poema, pasan las horas, no hay más palabras que salgan de la cabeza a la hoja, pero sí necesidad de decir algo: “ya escrita la primera palabra... no acaba de caer la piedrecilla, mira tu cara mientras cae, cuenta la cuenta vertical de la caída”. Esa necesidad de querer expresarse se convierte en una desesperación, en un desenfado, en una angustia, el poeta se hace conciente de todo lo que le cuesta ese momento de inspiración. Como no ha caído la piedrecilla al pozo –es decir, la palabra a la hoja– sólo le queda contemplarse en el agua hasta que caiga una.

Esa palabra que viene en camino, además, debe guardar relación con la anterior, con la que ya está en el papel: “abajo”, la que sostiene la mirada del poeta, su cabeza, el sol y el tiempo. Es decir, esa palabra se convierte en el límite entre el poeta, el tiempo, el sol y el abismo, aquello que no pertenece a lo que el poeta ha pensado, lo oscuro y que no tiene ninguna consistencia.

Nada cambia alrededor, todo sigue en su lugar: “el sol sigue sobre las mismas aguas”, sólo se ha pasado el tiempo: “el sol se ha dispersado”, ha caído la tarde. Su rostro sigue siendo el mismo, aunque un poco cansado; el rostro de su creación: el papel, sigue siendo el mismo. Ya está la palabra escrita sobre el papel, ya no hay más, sólo las que se han escrito allí, las de la cuenta. Lo que es totalmente lógico, teniendo en cuenta la rima y la métrica del poema: siempre hay un número determinado de palabras y sílabas, además de la cantidad de palabras necesarias para expresar lo que se quiere.

El trompo

Das y das vueltas
pero de pronto...
pierdes el equilibrio y te caes
sin que tú solo te puedas levantar
quien te hace girar te deja
hasta que solo te vuelve a tomar...
Así es la vida siniestra
si no eres firme te caes
y si demasiado cuidado tienes,
tanto equilibrio te puede cansar